jueves, 27 de abril de 2023

El tiempo

El que les escribe, viste un Apple Watch última generación en su mano derecha, a mano cambiada podríamos decir, capaz de medir las horas y otras muchas variables; desde el pulso cardiaco hasta la temperatura de la muñeca cuando se duerme.

El que les escribe, se consideraba hasta hace un rato un eficaz gestor del tiempo, pues no solo lleva más de veinticinco años lidiando con programaciones para que sus alumnos aprendan en tandas de cincuenta y cinco minutos lo que las autoridades pertinentes tengan a bien enseñar; sino que puede certificar a golpe de diplomas que fue capaz de gestionar milimétricamente su ritmo en un buen puñado de maratones para lograr acabarlas, más o menos, según el tiempo previsto.

El que les escribe es consciente de que desde Einstein hasta músicos, artistas o poetas dedicaron parte de sus vidas a tratar de relativizar, controlar, manipular o jugar con el tiempo; que ya les digo con total certeza, que un caro artilugio de la factoría de Jobs no fue capaz de medir en la tarde de ayer.

El que les escribe está en condiciones de afirmar que el tiempo es algo que Juan Ortega fue capaz de templar poco más allá de las siete de la tarde de un caluroso veintiséis de abril, instantes antes de que la música comenzase a sonar. Le bastó a Juan con cargar todo su peso sobre el albero, arrimar el mentón al pecho y descolgar las manos para agarrar el capote, como si fuera un sudario, para recibir al tercer toro de la tarde y parar el reloj de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. A ver quien es capaz de ponerlo en marcha de nuevo.

miércoles, 30 de marzo de 2022

Я відчуваю гордість

Mi hijo Ignacio es un niño como los demás, no tiene nada de especial, aunque a la mayoría de los padres nos parezca que son especiales nuestros hijos, algo que supongo que debe ser un efecto secundario de la paternidad.

Como tantos otros niños hoy no solo ha ido al colegio, sino que además tuvo hora y media de clase de preparación del examen B1 de Inglés, entrenó otra hora y media con su equipo de fútbol, hizo sus deberes y visitó a su abuela a la salida del colegio.

Hace un rato, como tantos otros niños, debía de estar reventado, pero aun así, cuando fui a su cuarto para pedirle que se acostara, me lo encontré con una libreta delante del ordenador apuntando expresiones cuya extraña caligrafía copiaba del traductor de Ucraniano de Google. Repito, como tantos otros niños de España en cuyos colegios también hayan acogido a otros refugiados ucranianos. Por eso, repito, que no creo que Ignacio sea nadie especial, estoy seguro.

Я відчуваю гордість, que parece que es como se debe escribir ''estoy orgulloso'' en Ucraniano.

miércoles, 23 de marzo de 2022

buena gente

A Unzué los sevillistas no solo le tenemos que agradecer los siete años que jugó en nuestro club con una entrega y profesionalidad digna de elogio o el cariño que nos muestra cada vez que recuerda su pasado sevillista. Tuvimos la suerte de disfrutar de un portero de talla internacional, Dorsal de Leyenda desde el día de hoy, que también ayudó a sembrar el Sevilla del futuro.

A Unzué le tenemos que agradecer los sevillistas el ser uno de los principales artífices de nuestro Sevilla moderno, pues fue tanto el tiempo que tuvo que pasar Monchi en el banquillo esperando su oportunidad que no le quedó más remedio que ver los toros desde la barrera y empaparse de fútbol. De no haber sido así, el Leon de San Fernando no sabría de fútbol lo que sabe a día de hoy.

Además, a Juan Carlos, Unzué, cualquier persona de bien le debe agradecer la actitud con la que afrontó hace dos años el diagnóstico de su enfermedad, así como su valentía y generosidad con los que también la padecen. Juan Carlos quiso convertirse en la cara visible de la ELA y al igual que hizo otras tantas veces vuelve a defender los colores de su equipo, que no es otro que el de todos los enfermos de la esclerosis lateral amiotrófica.

En el libro “Juan Carlos Unzué: Una vida plena” cuyos beneficios se destinan para recaudar fondos para la investigación de tan cruel enfermedad, se dice que hay una leyenda que asegura que la ELA, como algunos sospechábamos, es una enfermedad que afecta a la buena gente; algo que en el caso de Juan Carlos Unzué no puede ser más cierto. Ojalá el partido que ahora le toca disputar tenga una prórroga muy larga y lo gane. Aunque sea en los penaltis, que sabemos de lo que hablamos. Porque el “nunca se rinde” es de Juan Carlos también.