miércoles, 2 de diciembre de 2009

El cubito (y IV)

Recogió el cubito, tratando de contener las dos lágrimas que deseaban escurrirse por el tobogán de sus mejillas y reparó en que una joven, que bronceaba sus pechos al sol, se había parado junto a él.

- ¿Te has perdido, pequeñín?

Se quedó mudo, y a duras penas consiguió encajar el cubito de su hermano en el suyo para darle la mano libre a la amable señorita que se agachaba para enjugarle los lagrimones liberados... en emocionante flashback de su cuarentena.

- "¡No tan tonto, hermanito!"- pensó mientras caminaba de su mano -cien metros por detrás del vociferante llorón- en busca del puesto de socorro más cercano... a dos kilómetros de allí.

Playa de Matalascañas, 26 de agosto de 2009