miércoles, 15 de mayo de 2013

No presumo de aguafiestas, no, pero hace un par de meses, cuando abrió la clínica de blanqueamiento dental en un local recién cerrado, supe que era una absurda manera de malgastar el dinero. La semana pasada un gran cartel rezaba, a modo de epitafio, que también se ofrecían otros tratamientos de belleza. Hoy, por fin, la estaban desmantelando. Crónica de una muerte anunciada, se podría decir.