miércoles, 10 de junio de 2009

Cuestión de lógica

Me he dado cuenta de que mi hija Alejandra tiene unas antenitas invisibles, como las de Campanilla, que le hacen estar al tanto de todo lo que sucede a su alrededor cuando parece que no presta atención. No hay escuela; a ser padres aprendemos a medida que nos estrellamos con nuestros propios hijos. Más de una vez, cuando mi carácter me juega una mala pasada y sobrepaso el límite de la bordería, la he escuchado preguntarme: ¿qué le has dicho a mami? En otras ocasiones, un simple ¿qué? le basta para indicarme que he pronunciado algo que no deberían escuchar sus infantiles oídos. Antes de empezar a hablar, su mirada era suficiente para aclararme que estaba entendiendo algo que yo suponía fuera del alcance de su razonamiento o dejaba de jugar repentinamente si pasaban cosas a su alrededor que en principio no debían reclamar su atención.

Una tarde de finales de marzo, cercana a su tercer cumpleaños, caminábamos juntos a la vuelta del parque. Ella empujaba el carrito de su Nenuco y mientras mi atención se centraba en la esquina a la que llegábamos, los radares de sus antenas, siempre en funcionamiento, parecían haber detectado algo. Al darle la mano para cruzar la calle, la escuché preguntar:

- ¿Los papás también se dan la manita?  

Desvié la mirada y sólo vi a una pareja de adolescentes (ella piensa que es un papá cualquier humano que supere el metro y medio de estatura) que paseaban cogidos de la mano.

- Sí, claro- respondí.
- ¡Es para no caerse, papi!- sentenció.


Arquitecto, profesor de Dibujo Técnico y Matemáticas pero no me queda más remedio que admitir, por muy de ciencias que me considere, que es su lógica la aplastante y no la mía. 

Foto: Mi sobrina Patricia de la mano de Ch. Preside la escena un trozo de Andalucía en manos piratas desde hace tres siglos.