Cambio de nuevo, charlatanes por doquier: unos con la cabeza del 8M, otros con los abrazos de Vistalegre. Los del ocho, irresponsables a los de Génova. Los de Génova, no firman cheques en blanco. Y yo no me entero, mis niños. Cómo va a ser lo mismo estar confinado en un piso de Nervión, digo yo, que en un chalé de Galapagar, dice usted. O digo yo que dice usted, vaya lío. Si esto es periodismo que paren la prensa, que yo me bajo. No, todavía no, un argumento sensato. Alguien dispuesta a colaborar. No puede ser, falta de avales. Por culpa de su predecesor. Ah, ya sé, ése que enseñó el culo antes de bajarse los pantalones. Tiene mérito, un tipo singular ¿Quien sabe?, quizá todo este circo sea por su culpa. Y yo con entrada de pista. Y sin haberla comprado.
Apago la tele, el móvil hierve. No puede ser, hasta los gurúes se han infectando. ¿Cómo puede caer alguien mitad Quique Sanfrancisco, mitad Duquesa de Alba? Con el aprecio que le tengo, parece buena persona. Además de divertido, los memes lo han convertido en el cómico de moda. Ascensión meteórica, digo yo. Ni Martes ni 13 a finales de los ochenta. ¡Encarna!, que decían ellos. Cambio de chat, es Bertín, en su casa. ¿O es la mía? Brinda por España, sin repartir, es momento de sumar esfuerzos. Sin criticar, dice él. Razón no le falta, pero no hace más que repartir mientras dice que ya repartirá después. ¿Contradicción? ¡Yo qué sé, él sabrá! Otro chat, piadoso, falta hace. Me conmueve. Una figura blanca. Delante del Cristo de la peste italiana. Dice como Bertín. Es momento de fraternidad, de caminar juntos. ¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe? Resuenan sus palabras. Me acojona. Sobremanera, ya lo sé. Nuevo chat. Mi sobrina. El mundo, mi mundo, se para. Una foto del equipo con el que ha de trabajar en Ifema. Manos a la cabeza, más vaivén. Y eso que todavía no han llegado los del todo a cien. Hasta cuando salgo al súper parezco más protegido. Rezo, qué remedio.
No sé si recuerdan al Belga por soleares de la canción de Sabina. Imagínenlo recién aterrizado en agosto en Jerez, blanco como una túnica en Domingo de Ramos, Y soltarlo a pelo cuatro horas bajo el sol de mediodía en La Barrosa, Sancti Petri, Cádiz. A pelo no. Porque usted, que es buena gente, abre una lata redonda de Nivea, de la época en la que se mudaba de piel dos veces al año. O tres. Y le restriega un poquito por los mofletes. Y por la espalda. La Nivea de lata azul el pego da. Pero proteger, lo que se dice proteger...
Como un belga. Por soleares, acuérdense.