A Unzué los sevillistas no solo le tenemos que agradecer los siete años que jugó en nuestro club con una entrega y profesionalidad digna de elogio o el cariño que nos muestra cada vez que recuerda su pasado sevillista. Tuvimos la suerte de disfrutar de un portero de talla internacional, Dorsal de Leyenda desde el día de hoy, que también ayudó a sembrar el Sevilla del futuro.
A Unzué le tenemos que agradecer los sevillistas el ser uno de los principales artífices de nuestro Sevilla moderno, pues fue tanto el tiempo que tuvo que pasar Monchi en el banquillo esperando su oportunidad que no le quedó más remedio que ver los toros desde la barrera y empaparse de fútbol. De no haber sido así, el Leon de San Fernando no sabría de fútbol lo que sabe a día de hoy.
Además, a Juan Carlos, Unzué, cualquier persona de bien le debe agradecer la actitud con la que afrontó hace dos años el diagnóstico de su enfermedad, así como su valentía y generosidad con los que también la padecen. Juan Carlos quiso convertirse en la cara visible de la ELA y al igual que hizo otras tantas veces vuelve a defender los colores de su equipo, que no es otro que el de todos los enfermos de la esclerosis lateral amiotrófica.
En el libro “Juan Carlos Unzué: Una vida plena” cuyos beneficios se destinan para recaudar fondos para la investigación de tan cruel enfermedad, se dice que hay una leyenda que asegura que la ELA, como algunos sospechábamos, es una enfermedad que afecta a la buena gente; algo que en el caso de Juan Carlos Unzué no puede ser más cierto. Ojalá el partido que ahora le toca disputar tenga una prórroga muy larga y lo gane. Aunque sea en los penaltis, que sabemos de lo que hablamos. Porque el “nunca se rinde” es de Juan Carlos también.