sábado, 30 de enero de 2010

Luna llena

Me parece casi un milagro que desde el jueves el sol caliente. Cielo despejado en Sevilla, días generosos y parques que recuperan a sus habitantes naturales. No sé por qué, pero asocio los plenilunios a las noches de primavera o verano; a la playa, la sierra y la Madrugá. Anoche, al cerrar mi ventana, la encontré acostándose frente a mí: voluptuosa, resplandeciente y presumiendo de geometría.

Hablando de milagros, quizá lo hayan pensado alguna vez: La tierra tarda casi treinta días en apartarse. El sol, mientras tanto, se entretiene cada noche proyectando nuestra sombra sobre su luna... tratando de hacer tiempo hasta volverla a ver inmaculada y desnuda.

Un quiebro que dura un mes.
A eso le llamo yo torear lento.

jueves, 28 de enero de 2010

Versos crudos

Creo que os debo a algunos de vosotros mi creciente interés por los libros rayados de la editorial Renacimiento. Ante los anaqueles de la biblioteca decidí cambiar a última hora las listas azuladas de Benítez Ariza por otras verdes -con lo poco que me gustan- de Karmelo C. Iribarren. En mis manos, La Ciudad, su antología poética.

No pretendo una reseña literaria del libro. Reconozco mi falta de talento, capacidad y conocimiento para ni siquiera intentarlo. Baste con que les cuente, no sin cierta vergüenza, que mi primer pensamiento fue si hallaría radikalismo detrás de esa portada.

Sea como fuere, su estilo directo y poco adornado es capaz de acertar en su objetivo: apuntando y acertando, muchas veces, en el centro de una diana impresionable como la mía. De no expresarse así no habría conseguido que varias veces al día recordase a la protagonista de dos de sus versos. Si no fuese así, no me acordaría ya de la víctima de tanta indiferencia y cinismo. Si no escribiese así, ella, no estaría condenada a tanta desdicha.


EL PRINCIPIO DEL FIN

Mientras ella se desnuda

poco a poco, incendiando

la alcoba,

él
- absorto en la pantalla,
ajeno por completo

a la deflagración -,

se juega mentalmente

un carajillo

a que el malo es el juez.


SINCERIDAD


Querías sinceridad sobre todas

las cosas. Que entre nosotros

- dijiste -, nunca se interpusieran

perfidias ni secretos. Que la duda

no arraigase jamás en nuestros

corazones. Querías sinceridad

a cualquier precio. Y que yo

sepa, eso es lo único que hice,

ser sincero, cuando te dije

que me lo había hecho una noche
con tu amiga. No entiendo,
pues, a qué vienen ahora esos

insultos, ni esas miradas torvas,

ni esas lágrimas. No entiendo

de qué vas, sinceramente.

domingo, 24 de enero de 2010

Chanel

Dos gotas de perfume
te sirven de pijama.

jueves, 21 de enero de 2010

Tinta china

Querido Jesús:

Aún recuerdo aquel septiembre del 81 en el que pisaste el aula del instituto por primera vez. Jamás podré olvidar, y creo que tú tampoco, aquellos hermosos rizos que consiguieron hechizarme. Lo nuestro no fue un amor a primera vista: mi rudo aspecto, mi ascendencia extranjera, o quizá el repetir curso, pudieron condenarme a sufrir tu indiferencia. Pasaron los días y comenzaste a reducir distancias conmigo: recuerdo que me miraste con extrañeza cuando decidiste darle un giro de tuerca a nuestra relación, abriendo y cerrando mis piernas con inusitada torpeza. Claro que no era mi primera vez, que llevaba años soportando los magreos de alumnos mayores; pero créeme, jamás había sufrido tocamientos como los tuyos.

Pronto adquiriste destreza, aunque, a las primeras de cambio, volvías a darme de lado para abandonarte a la escritura de tus adolescentes poemas. El saberme "a merced de tu pájaro" no me dolió tanto como sentirme carne de segundo plato al descubrir que pretendías agenciarte algo más sofisticado. Fueron los apuros económicos, y no otras razones, los que te hicieron regresar a mi entrepierna. Pese a todo, pasé el resto del curso dibujando alocados garabatos para ti.

Con emoción compruebo que me recuerdas con cariño y consigues reavivar llamas que creía extinguidas en mí. Te confieso que me hiciste inmensamente feliz en primero de BUP y que fuiste el único de la clase al que no le importó enrollarse conmigo, sin dejarse llevar por falsas apariencias o modas pasajeras. Desde aquí, pregono a los cuatro vientos que jamás conocí manos tan salvajes como las tuyas, capaces de hacerme correr, una y otra vez, con suma facilidad.

Ex corde, tu tiralíneas.

miércoles, 20 de enero de 2010

Rodrigo de Jerez

El revuelo que se armó en la cubierta de la Santa María le despertó súbitamente. Los marineros se agolpaban a babor repitiendo, sin saberlo, idénticos gritos a los dados por su tocayo trianero para anunciar el descubrimiento desde el palo mayor de la Pinta. Un escalofrío recorrió su cuerpo al comprobar que a la paleta de blancos, grises y azules que conformaron su horizonte durante dos meses, se incorporaban ahora los ocres y verdes de las tierras que avistaba.

No se sintió tan atraído como el resto por las indígenas semidesnudas que habitaban el lugar. Superada su desconfianza inicial, intimó con los guanahaníes, de los que adquirió la costumbre de inhalar el humo de la picadura del tabaco que envolvían en un mosquetón de hoja de palma.

Pese a su nombre, volvió a su Ayamonte natal a bordo de la Niña; pero su regreso a casa no fue tan feliz como esperaba. El hábito adquirido de echar humo por la boca, algo tan sólo al alcance del propio diablo, le puso en el punto de mira del Santo Oficio que lo apartó, por siete años, de su propia vida.

domingo, 17 de enero de 2010

Tratado de buenas maneras

Aunque soy una persona discreta y educada, sé que de vez en cuando escribo algunos improperios en las entradas o comentarios de mi blog.

¡Se acabó! A partir de hoy mi casa será un exquisito lugar de reunión donde prime la elegancia sobre el mal gusto. La razón es bien sencilla: desde hace una semana este país cuenta con una nueva internauta que me espía a hurtadillas... aunque siga sin entender cómo puedo escribir algo tan estúpido como que una nube sea un vaso de lluvia. Espero que mis instrucciones queden claras y sean bien recibidas por el respetable.

¡Un besito, mamá!

domingo, 10 de enero de 2010

¡WARNING!

Os confieso que soy uno de esos bichos raros que lee las instrucciones de todo lo que compra antes de empezar a usarlo. Siempre aparece, en lugar bien visible, la palabra que titula esta entrada... que te hace pensar si no sostendrás entre tus manos una bomba de relojería a punto de estallar.

Como ya sabrán los seguidores de varios blogs amigos, una vez más, los niños de Sevilla volvieron al colegio el 7 de enero con muchos de sus juguetes aún sin desembalar. Yo, que soy muy mal pensado, creo que es una maniobra administrativa para que el próximo año escribamos nuestras cartas al gordopilo escandinavo. Así no tendremos de qué quejarnos.

Por esta razón y la nevada de la que nos hemos librado hoy en Sevilla, por tan solo un par de grados, este fin de semana lo hemos dedicado a estrenar en casa los juguetes que trajeron los Reyes.

El libro de instrucciones de algunos de ellos es para mondarse. Les dejo como ejemplo tres útiles consejos:

En las instrucciones de un triciclo, de los que llevan un arnés de sujeción y palanca para empujarle, leo que "el vehículo infantil no cumple los requisitos recogidos en el Código de circulación. No utilizar sobre la vía pública"... consejo que, francamente, agradezco porque a mí no se me habría ocurrido pensarlo.

El fabricante de un teléfono de juguete me indica que "las baterías pueden dañar si se tragan. Consulte inmediatamente un doctor en el caso de que se un niño se trague una". También se insiste en que "deje las baterías fuera del alcance de los niños - peligro de sofocar".

Así que... conociendo a mi hijo, que se sofoca por cualquier tontería, dejaré siempre las pilas fuera de su alcance... no se sea que se sofoque al verlas y tengamos que avisar un doctor.

lunes, 4 de enero de 2010

Cordobés hasta el cogote

Leo en la página 218 del “Libro de oro de la poesía en lengua castellana” que me prestó mi bibliotecario, Sir Arthur Evans, este apunte biográfico:

Nació en Córdoba (desde donde les saludo). Su padre, don Francisco de Argote, era famoso letrado, y su madre, doña Leonor de Góngora, pertenecía a una noble familia. Antepuso el apellido materno al paterno por parecerle más noble y más eufónico…

Y así tuvo que ser, porque siendo cordobés y llamándose Luis Argote, cabe suponer que con esos amigotes, antes o después, al igual que a los sonetos… lo rematase un estrambote.

sábado, 2 de enero de 2010

El rey león

León, parque zoológico de Córdoba
Hace un rato, me encontraba en el zoo de Córdoba con mis hijos y dos de mis sobrinos. Contemplábamos por la ventana de cristal a la pareja de leones; ella mantenía fría nuestra mirada y él disfrutaba de una reparadora siesta mañanera.

Estábamos a punto de desistir en nuestro empeño por ver despertar al león, cuando éste se levantó, se acercó hasta el cristal, puso su cara a un centímetro de la de mi hijo que le sonreía desde su carrito, bostezó, se apartó unos metros del expectante público y puso a la leona mirando hacia Cuenca; con lo que despertó, definitivamente, a lomos de su amada.

- ¡Mira, mira, se están besando! - dijo mi sobrina.
- ¡Es verdad, papi! - respondió mi hija.
- Se están besando en la boca - añadió mi sobrina.
- Yo diría que en el cuello - contesté algo apurado.

No tardó ni siquiera un minuto en rematar su faena. Después se estiró, restregó su lomo contra un árbol y se tendió de nuevo en el suelo. Al salir del parque zoológico pregunté a las pequeñas por su animal preferido:

- A mí me han gustado los osos - dijo mi hija.
- A mí los monos - añadió mi sobrina.
- ¿Y a ti, papi?
- El rey león - dije casi sin pensarlo.