Lo encontró en la orilla, sentado junto a un cubito a medio llenar al que no le prestaba ninguna atención.
- ¿Qué haces aquí? - le dijo.
- ¡Pareces tonto, hermanito! Todavía no te has dado cuenta de que las tías buenas pasean por la orilla, lejos de donde se sientan papá y mamá.