Convencido por el argumento de peso de su hermano, volvió hasta el castillo de arena para recoger su cubito. Al regresar a la orilla vio que su congénere había desaparecido, abandonando el cubito en su lugar.
- ¡Mi hermano mayor es tonto y me ha abandonado! - escuchó vociferar con simulado llanto -y bastante familiar por cierto- a un pequeño que caminaba de la mano de una escultural joven ataviada con escueto bikini.