Poco antes de la medianoche encendió el televisor. Decidió que por cada uva que tomase desaparecería uno de sus problemas: Uno, hipoteca - dos, sobrepeso - tres, pensión - cuatro, juego - cinco, dividendos - seis, trabajo - siete, coche - ocho, inspiración - nueve, amigos - diez, Pedrito - once, Carmen - doce, Yolanda.
Y así fue. Al amanecer del recién estrenado enero, su amante se había ido. En febrero, su mejor amigo llevó a su ex mujer ante el altar. En marzo, dejó de visitarlo su hijo. En abril, el resto de amigos. En mayo, compró un ejemplar de sus poemas firmados por su desaparecida amante. En junio, se quedó sin coche. En julio, sin empleo. En agosto, malvendió sus depreciadas acciones. En septiembre, apostó a la jugada equivocada. En octubre, no pudo pagar la compensatoria del niño. Su sobrepeso era historia en noviembre y, en diciembre, fue desahuciado por el banco.
Esta noche se acostará en una cama de cartón ante la puerta de la entidad concesionaria de su hipoteca; alejada, por suerte, de la Puerta del Sol.